
En un Municipio $ 60 millones no alcanzarían para casi nada. Tal vez se podrían construir dos modestos parques o reparar una calle, pero en Tuluá alguien decidió ponerle ese precio a la cabeza de Gustavo Vélez,candidato a la Alcaldía por el Movimiento Alternativo Social Indígena, Mais.
El ingeniero civil dice que el mensaje le llegó a través de un amigo y que la fuente es fiable. Incluso las autoridades establecieron que la orden provenía de una oficina de cobro de Chinchiná, Caldas.
Ya otro político de ese movimiento fue asesinado en campaña electoral: Napoleón Burgos, quien precisamente trabajaba con Vélez. La amenaza fue de público conocimiento hace trece días. Esta misma semana una aspirante de ese partido al Concejo de también fue amedrentada.
La candidata Gloria Arce expresa que siente temor por su vida porque el martes a través de panfletos le hicieron saber que estaba en peligro “por el solo hecho de ser mujer”.
Un caso similar se vive en Florida, donde la candidata a la Alcaldía por la Alianza Verde y Aico, Paola Guevara, ha denunciado que en repetidas ocasiones la han atacado a ella, su equipo de campaña y sus sedes.
Este viernes fue capturado en flagrancia un candidato a la Alcaldía de Ginebra mientras organizaba compra de votos del domingo.
En la recta final de la campaña para elecciones de autoridades locales y regionales se han disparado las denuncias por estos casos en todo el Valle del Cauca. La Misión de Observación Electoral, MOE, desde hace varias semanas había alertado de los riesgos. Incluso informó que, según sus estudios, 20 municipios del Valle estaban en peligro por factores de violencia.
El comandante de la Policía en esta región, el coronel Fernando Murillo, confirma que hay reportes de 56 candidatos amenazados, 11 de los 33 que denunciaron tienen protección, mientras que 23 no quisieron denunciar oficialmente.
Entre los municipios con casos preocupantes está Buenaventura, donde cuatro candidatos están amenazados. También hay candidatos en riesgo en Cali, Jamundí, Dagua, Florida, Pradera, Alcalá, El Dovio y Cartago, donde ocurrió el primer crimen electoral.
Los riesgos electoralesPese a que en muchos lugares del Valle del Cauca se habla casi a diario de delitos electorales, sobre todo en las últimas semanas, los informes de la Misión de Observación Electoral, MOE, en esta región, evidencian una disminución de las prácticas irregulares durante la actual campaña.En 2011, cuando se escogieron por última vez las autoridades locales y regionales, hubo doce municipios en riesgo, mientras que en esta oportunidad, según esos estudios, las localidades en peligro, son ocho.Buenaventura, con riesgo extremo encabeza la lista, seguido de El Dovio, Cartago, Dagua, Cali, Palmira, San Pedro y La Victoria.En el caso de fraude, el consolidado de la MOE evidencia que mientras que en 2011 hubo 20 municipios afectados, en este caso los factores de alerta recaen sobre 12 localidades: El Dovio, Cartago (con riesgo extremo), Ulloa, La Victoria, Sevilla, San Pedro, Vijes, El Cerrito, Palmira, Cali, Dagua, Buenaventura (con riesgo alto).Sobre la trashumancia, hay 22 municipios afectados: 6 con riesgo extremo, 6 en alto y 10 con riesgo medio.En ese municipio del norte del Valle asesinaron a Ignacio Londoño, quien era precandidato independiente y a quien conocían como ‘el abogado de la mafia’. En el funeral, su hermano Carlos Andrés anunció que sería el candidato oficial del Movimiento Alternativo Indígena y Social, Mais.
En ese municipio del norte del Valle asesinaron a Ignacio Londoño, quien era precandidato independiente y a quien conocían como ‘el abogado de la mafia’. En el funeral, su hermano Carlos Andrés anunció que sería el candidato oficial del Movimiento Alternativo Indígena y Social, Mais.
Y aunque él no habla de amedrentamientos, El País conoció que la semana pasada a las autoridades les llegó un mensaje que decía que Londoño y el candidato al Concejo del Partido Liberal y actual presidente de esa corporación, Luis Zapata, no llegarían vivos al 25 de octubre.
Ninguno de los dos candidatos quiso pronunciarse al respecto. Mientras que el secretario de Gobierno de esa ciudad, Felipe Rengifo, dice que la situación se sale de sus manos, que pese a las denuncias, las autoridades de Policía y la Gobernación no han hecho nada.
El secretario de Gobierno del Valle, Orlando Riascos, asegura que a su despacho no ha llegado ninguna queja ni denuncia, que lo que conoce es a través de los medios de comunicación.
Explica que los riesgos detectados en la región están orientados al tema de trashumancia electoral y otro tipo de delitos, pero que los 1032 puestos de votación que hay en el departamento van a estar custodiados. “Si hay casos de amenaza, están en manos de la Policía, pero a mí, personalmente, no me han notificado nada”.
Este hecho es reprochado de tajo por Óscar Marino Badillo, candidato de Cambio Radical a la Alcaldía de Obando. Sostiene que es “una brutalidad lo que dice Riascos”, más cuando él mismo llevó la denuncia a un Comité de Garantías Electorales, poniendo su caso en conocimiento de las autoridades.
El candidato dice que su trayectoria como funcionario no le dejó problemas con nadie. Que no entiende de dónde provienen las intimidaciones. Pero el mensaje de texto que llegó a su teléfono celular un día antes del cierre de inscripciones fue claro: “hp estás cagado de miedo ja ja ja, dándosela de verraco inscríbase para que vea lo que le pasa hp. Ud sabe quien manda en Obando y el norte, así que quédese callado si no quiere morirse también”.
El rumor en ese municipio es que la alcaldesa Nidia Lucero Ospina, su yerno, José Ignacio Mira o alias ‘Capitán Mira’, señalado de tener nexos con narcos, y su candidato John Mario Vélez, estarían detrás de la amenaza.
La alcaldesa lo desmiente. Dice que en su municipio no hay bandas criminales y que conoce al ‘Capitán Mira’ como ser humano, porque es el esposo de su hija.
Pero el malestar por las declaraciones de Orlando Riascos no solo lo expresa Badillo. María Isabel Urrutia, candidata del Mais a alcaldía de Cali, sostiene que lo que hubo contra ella no fueron amenazas. “Un tipo llegó a mi casa con un arma en la mano preguntando por mí. Afortunadamente yo no estaba. Lo mío no fue una amenaza, fue un atentado contra mi vida”.
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